Evaristo San Miguel




Junto con su libertad y la de los españoles, derrocada la tiranía despótica de Borbón (quien tiene que resignarse, de momento, a ser monarca constitucional), Evaristo San Miguel alcanza el ascenso al grado de coronel.

Los insurrectos antirrealistas buscan un himno; San Miguel redacta el texto del mismo, nuestro Himno Nacional.

Triunfante la insurreción, Evaristo escribe el opúsculo titulado «Memoria sucinta sobre lo acaecido en la Columna móvil de las tropas nacionales al mando del Comandante General de la misma División, D. Rafael del Riego, desde su salida de la ciudad de San Fernando el 27 de enero de 1820 hasta su total disolución en Bienvenida el 11 de marzo del mismo año». Esa publicación llevaba al final la letra del «Himno a Riego». Algo después, Evaristo San Miguel y Fernando Miranda publican el folleto titulado Memoria sucinta de las operaciones del Ejército Nacional de San Fernando desde su alzamiento en 1 de enero de 1820 hasta el establecimiento total de la Constitución política de la Monarquía.

En Cádiz Evaristo San Miguel y Antonio Alcalá Galiano publican la Gaceta Patriótica del Ejército Nacional, de la que aparecen 30 números.

Establecido el régimen constitucional en marzo de 1820, San Miguel se traslada a Madrid como Comandante del batallón de Patriotas y jefe de la Comisión de Oficiales a las órdenes de la Junta Auxiliar del Ministerio de la Guerra.

En abril de 1821 funda el periódico El Espectador, donde difunde las ideas liberales y donde colaboran Alcalá Galiano, el duque de Rivas, Pedro José Pidal y otros constitucionalistas.

El Rey, D. Fernando de Borbón y Borbón, para subvertir el régimen constitucional y restaurar la monarquía absoluta, incita en julio de 1822 el levantamiento de la Guardia Real del Palacio de Oriente. El 7 de julio otros batallones realistas, sublevados por instigación del Rey, se dirigen a la villa para aplastar al pueblo madrileño. Evaristo San Miguel ofrece su espada al Ayuntamiento en defensa de la Constitución que quiere abrogar el Rey. A la cabeza de la Milicia Nacional, en improvisado batallón con el nombre de «Batallón Sagrado», se opone a los sublevados monárquicos.

Tras esa sangrienta jornada, San Miguel llega a la presidencia del Consejo de Ministros y al Ministerio de Estado (agosto 1822-24 abril 1823).

La Europa unida lanza sus hordas invasoras (los «Cien mil hijos de San Luis») para aplastar la libertad española y restaurar la monarquía absoluta (igual que 113 años después, en 1936, las potencias europeas, unidas en el llamado «Comité de no intervención», propiciarán la sublevación monárquica del general Franco para suprimir la libertad en España).

Nuevamente Evaristo San Miguel defiende la libertad e independencia del pueblo español. Incorpórase en Cataluña a las columnas que preparaba el general Mina, en calidad de jefe del Estado mayor. El 8 de octubre de 1823, en el combate de Tramaced (Huesca), cae gravemente herido y es apresado. Es hospitalizado en Zaragoza, hasta que el 20 de diciembre es evacuado como prisionero nuevamente con destino a Francia, hasta que en mayo de 1824 es liberado bajo palabra de honor de trasladarse al extranjero; exiliado entonces en Londres, escribe artículos en los círculos españoles exiliados, que adquieren una imprenta en la localidad de Somerstown, donde se imprimen escritos de Evaristo San Miguel, como la revista Ocios de españoles emigrados, y libros técnicos, como Elementos del arte de la guerra, (1826) en dos tomos.

Revolucionario de convicción, Evaristo San Miguel participa en la Junta encabezada por el General Torrijos para propiciar una insurrección liberal contra el poder monárquico. Tras el triunfo de la revolución de julio de 1830 en Francia, Evaristo San Miguel se traslada con Mina a nuestro vecino del norte, y fomenta la revolución antiborbónica en nuestra Patria.

Fracasada la insurrección, Evaristo San Miguel no podrá regresar a España hasta la amnistía de 1834, promulgada por la reina gobernadora, Doña María Cristina, tras la muerte de su marido, Fernando VII.

Llegado a España, Evaristo San Miguel funda el periódico El Mensajero de las Cortes donde defiende la Constitución y analiza los hechos de España desde la invasión francesa.

Tomó parte en la Guerra por la libertad y contra la sublevación carlista, distinguiéndose en los combates del 16 de julio en Mendigorría, donde es herido, por lo cual obtiene la Cruz de San Fernando. Ascendido a Brigadier, en 1836 es nombrado Comandante general de la provincia de Huesca y posteriormente Capitán general interino de Aragón. Escribe De la guerra civil en España, publicado en 1836. Poco después es nombrado General en Jefe de los Ejércitos del Centro, obteniendo la victoriosa toma de Cantavieja (Zaragoza), y luego del Norte. Ese mismo año y el siguiente fue Diputado a Cortes por la provincia de Oviedo; en el cuatrienio siguiente lo fue por Zaragoza, y de Madrid entre 1844 y 1850. En 1837 publica su obra Las próximas Cortes, el opúsculo Constitución y Estatuto y el folleto De los facciosos. En 1838, edita los 3 folletos «Paz, orden y justicia», «Breves observaciones sobre los sucesos de agosto de 1836 y sus resultados» y «Las Cortes de 1838».

Más tarde encabezó la Junta revolucionaria de Madrid en la Revolución liberal de 1854 y fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva. Las masas populares lo aclaman como «el Ángel de la Paz». El General Espartero --de nuevo elevado por la revolución popular a la jefatura del Gobierno, contra los deseos de la reina Isabel II-- nombrará entonces a Evaristo San Miguel Capitán General del Ejército y Comandante General del Real Cuerpo de Alabarderos; y hasta la propia reina le concede (cabe presumir que a regañadientes) el título de duque de San Miguel, con Grandeza de España.

En las Cortes constituyentes de 1854 es elegido diputado por Asturias. En 1855 alternaba su diputación con el mando del Cuerpo de Alabarderos.

Fue autor de una Historia de Felipe II (1845) en 4 tomos y Miembro de la Academia de la Historia. En 1849 publica La cuestión española: Nueva era.

El 15 de octubre de 1852 la Real Academia de la Historia lo nombra académico de número; toma posesión el 3 de abril siguiente, leyendo su discurso de ingreso: «Instituto de la Real Academia de la Historia, sus tareas y servicios que ha prestado». Escribe entre 1851 y 1852 el libro Vida de don Agustín Argüelles, en cuatro tomos. Fue también miembro de la Academia de Arqueología y Geografía.

Muere en Madrid el 29 de mayo de 1862, a los 77 años.

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